Para
comprender en toda su extensión el refrán título de este “post” (“Lo rodaron
espicha’o”), resulta obligatorio conocer el significado y origen de la palabra
“espicha’o, que escrita correctamente sería “espichado(a)”.
El primer
“lugar” al que acudimos para buscar dicho vocablo es el diccionario de la RAE
(Real Academia Española) y allí encontramos que “espichar” es punzar con un
objeto agudo, pero no se queda ahí, va más allá, señalando que en Venezuela
dicha palabra es, refiriéndose a un neumático, perder aire a causa de un
pinchazo, de allí lo de “Lo rodaron espicha’o”.
También nos
dice, la RAE, que espichar viene de “espiche” y que, “espiche”, es una “estaca”
pequeña que sirve para cerrar un agujero, como las que se colocan en las cubas
o toneles para que no salga el líquido, o en los botes para que no se aneguen o
inunden, evitando de esa manera su hundimiento; pero así como sirve para tapar
un agujero (por su condición de estaca), también puede producirlo provocando el
ya mencionado “pinchazo”, lo que nos retrotrae al ya mencionado “Lo rodaron
espicha’o”.
Lo expuesto
en el párrafo anterior nos lleva hasta el Principado de Asturias (comunidad autónoma
de España, situada al noroeste de ese país), donde durante los meses de enero,
febrero y/o marzo se llevaban a cabo “espichas”, es decir reuniones festivas en
la que se bebía la sidra que se conservaba en pipas o barricas de madera y se
escanciaba quitando la “espicha” (pequeña estaca de madera de forma cónica) que
taponaba el orificio evitando el derrame del líquido, pero que al ser retirada
permitía fluyese el líquido dejando vacío (espichado), el mencionado tonel.
En tauromaquia
Espichar es herir o punzar con un objeto agudo al toro - En Cuba es Adelgazarse o perder peso y volumen
- En Canarias es plantar hortalizas o sembrar maíz – También se refiere, en
varios países, a morir - En Colombia es algo aplastado, machacado, pisoteado,
triturado.
En Venezuela
para referirnos a alguien que se ve deslucido, estropeado, gastado, ajado, demacrado,
acabado, anciano, añoso, deteriorado, envejecido, que representa más edad de la
que en realidad tiene decimos: A fulano “Lo rodaron espicha’o”
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A finales de
la década de los años ochenta (1 de diciembre de 1988), Radio Caracas
Televisión (R.C.T.V.) lanza al aire la telenovela venezolana “Abigail”, protagonizada por la actriz Catherine Fullop y
el actor Fernando Carrillo.
Catherine Fullop (2018)
La trama de
la telenovela gira en torno a Abigail (Catherine Fullop), una agraciada, y
revoltosa joven estudiante, hija de un rico empresario, que se enamora del profesor
Carlos Alfredo (Fernando Carrillo), el cual le dicta clases de literatura.
Después de varios
escarceos Abigail alcanza su cometido y Carlos Alfredo cae rendido ante la
fogosa joven; de esta unión nace Cheito (Manuel Carrillo), el cual, en un
momento de locura, Abigail se lo entrega a una taxista.
Fernando Carrillo (2018)
Cuando. Al fin, logra recuperar la cordura,
Abigail, se empeña en una dura lucha por recuperar al hijo perdido, además de enfrentarse
a las gemelas María Clara y María Begoña (Hilda Abrahamz) por el amor de Carlos
Alfredo.
Cheito
aparece, por fin, cuando entra a robar, por necesidad, en la casa de Abigail,
por lo que madre e hijo se encuentran; lo que sumado a que Abigail y Carlos
Alfredo logran concretar su unión proporcionan un final feliz a la enrevesada
trama de la telenovela.
“Abigail” se
transmitió en el año 1992 en España captando una audiencia vespertina de dos
millones y medio de telespectadores, siendo uno de los programas con más
audiencia en la televisión española de principios de los 90.
Parecido
éxito tuvo en Chile (TVN), Colombia (Canal A), Perú (Andina de Televisión), Ecuador
(RedTeleSistema), Italia (Rete cuatro), Argentina (Telefe), Paraguay (SNT), El
Salvador (Canal 6), Costa Rica (Teletica), Estados Unidos (Telemundo), Francia
(M6).
Radio
Caracas Televisión (R.C.T.V.), fue una planta televisora que durante 54 años
brindo información y distracción al pueblo venezolano. Dicha planta sale del
aire, debido a la negativa del gobierno a la renovación de la concesión, el día
27 de mayo de 2007, dejando sin la mencionada señal a más de 12 millones de
seguidores.
Abigail, la
telenovela, estuvo tanto tiempo al aire que se hizo fastidiosa, de allí que,
los venezolanos, cuando alguien se vuelve repetitivo le decimos: “¿Vas a seguir
Abigail?”
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Esta añosa
máxima, que hoy capta nuestra atención, probablemente tenga su origen en la más
antigua locución verbal coloquial: “Hacer de su capa un sayo”; en tal sentido
es necesario, para conocer y entender el adagio que en este momento nos ocupa
(vale decir): “Cada quien hace de su camisa un saco”, entender y conocer el que
“probablemente” sea su predecesor.
Durante la
edad media era común el uso del sayo por parte de los nobles, este “sayo” no
era otra cosa que una especie de librea o túnica, es decir: una prenda gruesa,
relativamente ancha, cuyo largo llegaba hasta las rodillas y que se colocaba
debajo de la armadura; con el tiempo se comenzó a usar este vocablo para
identificar la vestimenta que usaban los “gañanes” (mozos de labranza), sólo
que la usada por los “gañanes” era hecha con materiales de escasa calidad. La voz
“sayo” proviene del latín “sagum”, palabra esta de origen celta.
La capa, por
su parte, aun cuando era un atuendo usado (en Europa durante la edad media),
para protegerse del frío, se consideraba una prenda cuyo uso era privilegio de
los aristócratas, de los “nobles”.
Las capas
daban fe del nivel social de quien la usaba, siendo que la clase de género, el
color del mismo y hasta el tamaño de la capa definían a su portador.
En Venezuela, debido al clima (entre otras
cosas), “Hacer de su capa un sayo” devino en “Hacer de su camisa un saco” toda
vez que el uso del “sayo” y la “capa”, prendas de uso común en zonas de baja
temperatura, no tenía sentido en una región de atmosfera cálida; y es así como
vemos que la “capa” se convierte en “camisa”, y el “sayo” pasa a ser “saco”.
Al adagio “Cada quien hace de su camisa
un saco” suele agregársele la coletilla: “y se mete en él”, quedando entonces
de la manera siguiente: “Cada quien hace de su camisa un saco, y se mete en él”,
haciendo alusión a la potestad de hacer lo que se desee, sea esto lo que fuese (haciendo
uso del libre albedrío), con lo que es de uno (en particular con su vida), sin
estar obligado a dar explicaciones, denegando cualquier posible derecho, que
alguien pretendiese tener, a inmiscuirse.
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